El grupo de investigación en Neurobiología Sensorial, liderado por Antonio Ferrer Montiel, director del Instituto de Investigación, Desarrollo e Innovación en Biotecnología Sanitaria de Elche (IDiBE), forma parte de la acción European Training Networks (ETN) denominada “Nanopartículas dirigidas a los ganglios raquídeos para diagnosticar y tratar el dolor crónico”. Esta ETN se engloba dentro de las Innovative Training Networks (ITN), financiadas por el Programa Marco de Investigación e Innovación de la Unión Europea (Horizonte 2020).

Esta acción, cuyo acrónimo es PIANO, constituye una de las acciones Marie Sklodowska-Curie y tiene como objetivo formar, por medio de una red internacional de centros públicos y privados, una nueva generación de investigadores creativos e innovadores, capaces de transformar los conocimientos y las ideas en productos y servicios para beneficio económico y social de la Unión Europea. En el caso de PIANO, formado por un consorcio de instituciones de siete países donde también participa como socia la empresa biotecnológica AntalGenics del Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández, el objetivo es facilitar un enfoque de vanguardia para la visualización del daño e inflamación de ganglios que originan el dolor crónico, así como liberar en dicha zona los analgésicos mediante su vehiculización efectiva con nanopartículas.

Las acciones ETN, que en el caso de PIANO cuenta con una financiación total de más de cuatro millones de euros, de los cuales más de doscientos cincuenta mil corresponden a la participación de la Universidad Miguel Hernández, permiten la contratación de jóvenes investigadores (Early Stage Researchers – ESR) que no hayan obtenido el título de doctor y estén en sus primeros 4 años de investigación a tiempo completo.

El dolor crónico es una enfermedad debilitante, que afecta a aproximadamente mil quinientos millones de personas en todo el mundo (20% de la población), de las cuales, aproximadamente el 4%, sufre de dolor neuropático. El dolor neuropático a menudo se describe como un dolor punzante o ardiente que puede aparecer y luego desaparecer, pero igualmente puede volverse crónico, donde el dolor puede volverse implacable y severo. Con frecuencia, es el resultado del daño nervioso o un mal funcionamiento del sistema nervioso. Además, existe un impacto en la sociedad donde los costes relacionados con la asignación por discapacidad, el tratamiento, la pérdida de salarios y la productividad impactan en la economía. Los tratamientos actuales para el dolor crónico no son muy eficaces y presentan efectos secundarios que limitan su uso. Además, existe una grave falta de herramientas para diagnosticar o visualizar el proceso de dolor en los centros donde se genera, es decir los ganglios raquídeos que inervan las vísceras y la piel.

Los humanos tienen 62 ganglios, que son los interruptores en la vía del dolor. Los tratamientos locales para controlar la actividad de los ganglios involucrados en un proceso doloroso son una solución para reducir los efectos secundarios de los medicamentos optimizar el tratamiento. El objetivo del proyecto es identificar los ganglios involucrados en la transducción del dolor neuropático mediante la visualización de células y/o moléculas en los ganglios que están directa o indirectamente asociadas con la generación de dolor. Se utilizará un método basado en nanopartículas novedosas dirigidas a las células inflamatorias y/o moléculas que producen las señales doloras en los ganglios dañados o inflamados. Estas nanopartículas se utilizarán como vehículos inteligentes para dirigir a los ganglios dañados los reactivos de contraste que permitan visualizar la extensión del daño de los ganglios, y los medicamentos que reduzcan la inflamación y restauren la actividad neuronal normal.

En la imagen principal, distintas instantáneas de neuronas de ganglios raquídeos (Dorsal Roots Ganglia, DRGs) obtenidas mediante microscopía confocal. Las células están marcadas con dos marcadores neuronales, uno nuclear (rojo) y otro de membrana (verde). Cortesía de la doctora Clotilde Ferrándiz Huertas, investigadora del IDiBE.